Cuando los primeros europeos que llegaron a esta parte del continente vieron unas sinuosas formas que surcaban los ríos, pensaron que se trataba de aquellos míticos seres con cola de pez y cuerpo de mujer. Al darse cuenta de que no eran sirenas, todo empezó a ir mal para los mamíferos fluviales a los que los científicos catalogaron como cetáceos y sirénidos.
Durante generaciones, los delfines y los manatíes fueron perseguidos para aprovechar su carne y grasa. Con ella se alimentaron los colonizadores de la Amazonía y los buscadores de oro y caucho.
En la actualidad algunas culturas amazónicas aún los matan para elaborar pociones con sus aceites. Otras personas matan a las madres y recogen a las crías para venderlas como mascotas, sin tener en cuenta que sin los cuidados de sus mamás, las crías están condenadas a una muerte lenta en cautiverio. Esto ha llevado tanto a los delfines rosados como a los manatíes al borde de la extinción.
La muerte pudo ser la suerte de un gracioso bufeo colorado macho y seis tiernos manatíes; pero gracias al amor, la paciencia y los esmerados cuidados de varios jóvenes voluntarios tienen una nueva oportunidad de vida. Los voluntarios colaboran en el Centro de Rescate de Fauna Amazónica, una suerte de orfanato de animales donde reciben a las crías y les brindan una atención especializada.
"Hay quienes creen que estos mamíferos pueden ser lindos como mascotas, pero no tienen idea del cuidado que les deben dar ni de todo el trabajo que implica criarlos, por eso a veces los abandonan o los dejan morir. Otras veces son los mismos pescadores que por desconocimiento tratan de matarlos", nos cuenta el biólogo Juan Sánchez, mientras da su alimento en biberón a Aantu, un manatí de seis meses de edad que ya se recuperó de una herida de arpón y un machetazo propinado por un pescador.
Esta organización funciona con el apoyo de instituciones como la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Amazónica, el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), Dallas World Acuarium y la Dirección de Producción del Gobierno Regional de Loreto, quienes colaboran para salvar a estos animales y devolverlos a su hábitat natural.
Pese al apoyo con el que cuentan, los cuidadores de este centro deben enfrentarse a muchas complicaciones. Kelly Tapayuri, bióloga y madre adoptiva del delfín colorado bebe, nos cuenta que la leche que les dan a estos animales muchas veces tiene que ser traída de contrabando. "Hace un tiempo, a alguien se le ocurrió vender esta leche especial para consumo humano y por eso la prohibieron. Ahora nosotros tenemos que usar nuestro ingenio para conseguirla", comentó.
PARA RECORDAR
4Las leyes protegen a esta especie
Penas de cárcel
Matar a un manatí es un delito castigado con penas de entre dos y cinco años de cárcel.
Mal negocio
Según Carlos Perea, director de Medio Ambiente y Pesquería de la Dirección Regional de Producción, el kilo de carne de manatí se comercializa ilegalmente a S/.10,. Al que se le atrape vendiéndola deberá pagar una multa de 10 UIT (S/.35.000).
Los cazadores venden las crías vivas de manatíes a S/.600, aunque algunas pueden costar hasta S/.1.500
Fuente: Diario El Comercio
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